miércoles, 23 de septiembre de 2015

El profeta de la montaña

Iba en la micro y me pareció ver a un conocido. 
Por su bolso, lleno de logos académicos vinculados a la performace, los cultural studies and the teatrical works, supuse que era actor y un estudioso de las artes escénicas. 
Cuando agarró su celular y pidió coordinar la sala de ensayo de "la obra" y coordinó la pasada general del estreno de "la obra" y pidió no se qué cosa de "la obra", me dije que sí, de alguna parte lo conocía y seguramente es otro de los que amamos el teatro.
Pero cuando se subió el hombre a la micro, por la puerta del medio y pidiendo permiso para entrar con su marote; cuando comenzó a contar las fábulas de Esopo con su voz gastada y esa ruma de paños viejos se transformó en el Profeta de la montaña; cuando terminó sus cuentos y pidió su recompensa y algunos aplaudimos su sencilla tarea de la representación sin que el del bolso nunca ni siquiera lo mirase, comprendí de inmediato porqué no sabía quién era ese supuesto conocido, ni sabía de su obra ni me lo había topado nunca en ningún teatro.



domingo, 11 de noviembre de 2012

Algunos pensamientos.

Mi revolución es la Alegría.
Eso quiero.
Una sociedad más alegre, más justa y con seres humanos más felices.

Un pueblo que se ríe es más dificil de oprimir, dice Boal.
Y Darío Fo, exige más sarcasmo para denunciar a los poderosos.

En la Risa hay una arma tremenda.
Sólo el hombre, como animal, es capaz de reconocerse en otro y juzgarse a sí mismo.
Ese es el sentido del teatro.
Si queremos que esos juicios contribuyan a hacer hacer hombres más felices y un mundo mejor, tenemos que, por un lado, creer que es posible.
No se puede hacer arte sin fe.

Segundo, hacer que el público vaya al teatro...

Y tercero, entregarle la posibilidad de que la risa lo sane a través de una catarsis.

En la brechtiana palabra de "entretención" parece estar la clave.

Para hacer comedia no hay que buscar historias interesantes, hay que volver interesante cualquier historia.
La más sencilla puede ser la mejor. Las grandes historias, casi siempre son trágicas.
Me resulta difícil contar grandes historias.
La tele se encarga de eso, emociona. Pone la Teletón. Todos lloramos.
Pero la risa nos ayuda a tomar distancia de los hechos, y nos compromete intelectualmente antes que emocionalmente.
Por eso es un arma poderosa.
Porque ayuda a pensar.
Y la gente lo que quiere, es reirse. Lo pide a gritos!




martes, 12 de julio de 2011

EL TEATRO HEGEMÓNICO


Pese a que goza de una singular popularidad (69% según CEREC), quienes estamos relacionados directamente con la cultura y el teatro sabemos que Cruz Coke no ha hecho mucho más que desarticular la escueta institucionalidad cultural del país y reformular los principales programas de creación y circulación de obras teatrales.  Al menos en el área de teatro, no hay programas, cada vez hay menos recursos y ni si quiera hay coordinador de área.

Parece ser que la principal política cultural de la nueva forma de gobernar es ignorar la política cultural existente y a través de sucintos gestos, instalar el discurso hegemónico que fomenta la cultura de masas y defiende la estética por sobre los discursos.

El que se desarticule el programa de dramaturgia nacional o se privatice el programa Chile Barrio, es totalmente coherente con las políticas culturales que podría concebir un gobierno de derecha, pues a través de estas gestiones, merman la expresión crítica y controlan sus niveles de expansión.

Sin embargo, más que nunca se me hace fácil reconocer en la oferta teatral los planteamientos políticos tras las compañías, que van dando cuenta de cómo esta rama del arte reacciona frente a la realidad y cumple finalmente el rol de espejo social.

En un momento crucial de la historia chilena, cuando un presidente elegido democráticamente tiene menos aprobación que la gestión de un dictador, el teatro explota la cartelera con una gran oferta de trabajos, los que sin duda dan cuenta de la polarización política del país: hay unos reaccionarios, y otros que no están ni ahí.

Mientras la facción más comercial de teatro, empotrada en el eficiente discurso capitalista del entretenimiento, sigue su cause normal; aparecen con fuerza otros dos tipos de discursos supuestamente antihegemónicos: uno profundamente contestatario y uno que cuestiona a la familia.

Al menos cinco obras de la cartelera top actual abordan el problema del regreso de un miembro al núcleo familiar, representando el conflicto de la creación de lazos. El amor filial, la constitución de la identidad y lo privado aparecen con fuerza sobre dramas bien actuados y limpias puestas en escena.

Por otro lado vienen obras como “La Mala Educación”, “Los Santa Martistas” o “El Pueblo Contrataca”,  producciones independientes vinculadas con los problemas políticos actuales, críticas del sistema y con un duro nivel de realidad. Obras molestosas instaladas sobre bellos dispositivos escénicos, que dan cuenta de creadores despiertos con pensamiento crítico.

Sin embargo, es peligroso utilizar una herramienta política como lo es el teatro, para no dar opiniones políticas, porque ese “no estar ni ahí” es también una construcción cultural de la hegemonía.

Por el lado del gobierno, es el propio Ministro quién da el ejemplo del enfoque cultural oficialista a través de su faceta de cuenta cuentero en la inauguración del FAM FESTIVAL, el primer festival dedicado a la familia. La temporada invernal resulta ser la excusa perfecta para orientar las expresiones culturales hacia consolidar el núcleo más básico de la sociedad, fomentando por ello festivales de teatro infantil y auspiciando espectáculos que profundicen en esos temas.

Si el teatro ayudara a consolidar el sentimiento de descontento en relación a los problemas de lacomunidad, el público encontraría en él el reflejo de su propio malestar, despertando sentimientos de solidaridad social que son ajenos a los intereses del sistema que impone la hegemonía a través de la ambición y la propiedad privada.

Cuando lo que se fomenta es la familia, se está utilizando un artilugio moral para fortalecer la división de la comunidad, usando la famosa estrategia maquiavélica de “dividir para gobernar”. Si a la par se suprime la dramaturgia nacional y se privatizan los principales programas de itinerancias artísticas, el gobierno se desentiende fácilmente del minúsculo problema del teatro, otrora bastión de la resistencia artística, e instala un discurso moral como alternativa al teatro comercial, el que también responde, lo quiera o no, al discurso hegemónico.

Es importante que el arte cuestione el discurso oficial y apoye los movimientos sociales, porque si no, perece en su sentido de agente trasformador. 
En estos momentos Chile esta viviendo una profunda crisis,  impulsada por la mala y corrupta gestión de politiquerillos que no representan a nadie, la que sin duda desembocará en una serie de cambios sociales que harán de este país un lugar mejor.

Si Hidroaysén ha hecho al pueblo despertar, que el fútbol nos de la alegría y el teatro la luz suficiente como para no volver a quedarnos dormidos.
Hagamos teatro con contenido.



jueves, 5 de mayo de 2011

Vuelvo a la dirección.

EL NACIMIENTO DEL JUGLAR 
Primer Ciclo de Cortos 
Casa-teatro 
La Concepción.

12, 13 y 14 de mayo a partir de las 20 hrs.
Lira 1149 (esquina av. Matta)
Entrada general (para todos los cortos) $3000 pesos.


Reservas a: 
teatrolaconcepcion@gmail.com
Cupos Limitados.

Interpreta Paolo Marisio.
Adaptación y puesta en escena: Kjesed Faundes





Con un misterio bufo que es un llamado de atención a los actores sobre el rol de nuestro oficio, vuelvo a la dirección. EL NACIMIENTO DEL JUGLAR se presentará en el marco del Primer Ciclo de Cortos Teatrales de teatro La Concepción, este 12, 13 y 14 de mayo próximos.

Un misterio bufo es algo así como un episodio bíblico o algún pasaje milagroso relacionado con la vida, pasión y muerte de Jesús, pero contado desde una perspectiva no eclesiástica. Parte del mundo popular del medioevo y principalmente del Renacimiento, eran los juglares quienes contaban estos cuentos, ironizando sobre el presente, la iglesia y la contingencia política y social del momento.
Su principal recopilador es el premio Nobel Darío Fo, quien dice que “para el pueblo el teatro ha sido siempre el medio principal de expresión y de comunicación; pero también de provocación y de agitación de ideas”. El teatro era el periódico hablado y dramatizado del pueblo.
Tomando como base esa premisa, más el gustito por el teatro popular y la comedia del arte, nuestra realidad chilena y por supuesto, nuestra propia realidad artística, les presentamos a ustedes esta versión de “El nacimiento del juglar”, como un llamado de atención a los actores a cuidar un poco más de nuestro oficio.


NO FALTEN!!!



sábado, 16 de abril de 2011

Que viva el Teatro Popular

Definir como estilo aquello que parece ser tan inherente al teatro, el carácter de “popular”, responde a la necesidad de diferenciarse del modelo elitista que segregó a las artes de su pueblo, y que hasta el día de hoy, se legitima en parte gracias a los modelos económicos que transforman la cultura en bienes y servicios de consumo, destinados al entretenimiento de masas.

El teatro popular vive en la comunidad. Responde a sus formas de expresión, representa sus puntos de vista, se encuentra con las manifestaciones de la tradición y desarrolla un discurso político coherente con la masa a la que  representa, con la que dialoga en un mismo lenguaje. No le rinde pleitecía a la hegemonía y le habla al público mirándolo a los ojos, involucrándolo como parte escencial de una experiencia que va más allá del hecho artístico.

Pese a que en terminos cuantitativos ambos apuntan a grupos masivos, el concepto de "comunitario" parece la antítesis de lo que representa para nuestra sociedad el concepto "pop" inferido de la cultura de masas. Mientras lo comunitario necesita de un grupo humano para desarrollarse, la cultura de masas ofrece un panorama listo para ser consumido, sin necesidad de incluir a esa gran masa en su desarrollo y con el peligroso poder de decidir e instalar constructos ideológicos en la mayoría.

Es al alero del primer concepto que el teatro popular va creando su propia trascendencia y fidelizando sus audiencias. Y es en esa relación directa con el público, en el contacto visual, en el uso de los espacios públicos, en la libertad de pensamiento, etc. donde anida la esperanza de que el teatro vuelva a ser una herramienta comunicacional masiva, que logre provocar los anhelados cambios sociales.







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Festivales estivales: el regreso de La florida es teatro

Cuando yo era chica, había dos semanas en las que nos plantábamos afuera de la Municipalidad de La Florida desde las 4 de la tarde para hacer la cola y entrar de los primeros a La Florida es Teatro, un festival popular, gratuito y de excelencia donde presencié espectáculos teatrales impresionantes como “El Húsar de la Muerte” o “Nemesio Pelao que es lo que te ha pasado”, la dramaturgia de Juan Radrigán, y con el paso del tiempo, algunos trabajos de compañías callejeras y de nuevo circo que, apiadados de los  miles de jóvenes que dábamos vuelta a la muni durante toda la tarde, llegaban con maletas y estructuras a hacer espectáculos para hacer más agradable nuestra espera.

            Con el cambio de alcaldía, para ser más precisa, cuando llegó la UDI a la alcaldía, este festival salió del municipio, se instaló en un mall, había que retirar las entradas con una boleta de compra de alguna tienda y la parrilla programática anunciaba espectáculos como “El pene me da pena”, “Los monólogos de la vagina”, “El bueno, el malo y el chico” y otros de esa índole que incluían a reconocidos actores nacionales, tales como Hotuiti, la señorita Jeannette, la licenciada Tetarelli y algún otro rostro de tv… El festival se fue a la mierda, pero para efectos de balances de oferta cultural dentro de la gestión municipal, el festival seguía siendo un éxito.

            Este año, y sin duda gracias a la administración de un alcalde actor, el Festival cambió nuevamente de giro. Su masificación volverá a repletar un espacio municipal: el estadio bicentenario, y en cuanto a la programación, el giro vuelve a posicionar espectáculos de esos que hacen pensar y emocionan con más que un discurso fácil sobre el sexo, una mina rica o una comedia liviana a lo Teatro en CHV.

            Y es que cuando hablamos de “cultura” la diferencia entre la izquierda y la derecha es abismal. Mientras para una importa la diversidad y garantizar los accesos, para la diestra importa la masa, el negocio y que la gente se entretenga con algún producto cultural derivado de la gran industria que manejan: la televisión. Es así como confirman la hegemonía y como mantienen a la opinión pública controlada, entretenida y ansiosa de seguir consumiendo los productos propios de la cultura de masas. En ese sentido la cultura de la derecha es peligrosa.

           Galeano cuenta un cuento bien bonito sobre la función del arte, donde dice que escencialmente éste debe "ayudar a mirar", ayudar a descubrir, a pensar, a crear, imaginar... nada de eso se logra reafirmando los discursos y los falsos ídolos que la caja idiotizante posiciona día tras día en la comodidad de su hogar.  Y por eso es muy importante que al menos una vez al año, en el llamado "mes del teatro",  en una de las comunas más populosas del país, este festival de teatro recobre una programación diversa y artísticamente valorable, se instale en un espacio "público" y siga atrayendo a un gran número de espectadores, principalmente porque no es lo mismo decir “vamos a ver a Hotuiti” que “vamos a ver Hamlet” .

Lo que no me gusta de la gestión cultural

Si hay algo en estos dias que me roba los pensamientos y el tiempo, es la gestión de proyectos culturales.
Cómo mierda conseguir financiamiento para montar las obras de teatro y cúal podría ser un buen modelo de negocio para una compañía de teatro emergente y dedicada al teatro popular.

Es entonces cuando la figura del gestor cultural aparece en gloria y majestad, como un angel iluminado que sabe los recovecos de la ley Valdes, rellena los formularios con sólidos argumentos y tiene una abultada agenda de contactos. Y veo a mi alrededor un sin fin de ofertas de  posgrados en gestión cultural y comprendo que su rol rápidamente se convirtió en el egranaje escencial para el ejercicio de los creadores.

Pero no debería ser así.

Como a mi no me gusta la gestión, decidí conseguirme a alguien.
Un gestor me cobra entre el 10 y el 15% del total del proyecto, sin importar que el item honorarios para los actores (en este caso 8) con suerte supere el 50% de los recursos requeridos. Entonces el gestor gana 3 veces más que cualquiera de los artistas, siendo el gestor un técnico y el actor un profesional.

Entiendo la gestión como una pieza fundamental del engranaje, pero no la escencial. Lo importante aquí es la obra que el artista realiza, no el técnico que se encarga de vender o desarrollar el proyectos.
Sé que la gestión cultural va más allá de eso, pero tengo la certeza de que si equiparamos los roles entre lcualquier dupla de profesionales con técnicos,  es la figura del gestor la que debiera ocupar el lugar del técnico y sin embargo, hay cierta contradicción en que se valore más que al mismo profesional, que se vuelva una pieza fundamental  y que se estudie a nivel de maestría, siendo una carrera evidentemente técnica.

Esto de las industrias culturales y los proyectos desarrollados según planificaciones gantt, a mi no me gusta nada. Soy una artista profesional y creo que mi tiempo y mis pensamientos deberían estar enfocados en delirar sobre mis personajes, aprenderme mis textos y soñar con ese escenario en el que quiero actuar, en vez de estar de nuevo llenando formularios con detalles técnicos o pensando en conseguirme un gestor que finalmente ganará más plata que yo al vender mi propio proyecto.